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El invernadero invisible

La cultura emocional es el invernadero invisible donde las personas crecen o se marchitan. Si regulamos la temperatura afectiva, hasta la semilla más golpeada florece.

Imaginemos el trabajo como un ecosistema. No alcanza con procesos ni tecnología: manda el clima. La neurociencia lo confirma: las emociones moldean el cerebro, afectan la inmunidad y la creatividad. Cuidar no es blandura: es biología aplicada a la cultura.

Desde la Terapia Centrada en la Compasión, Paul Gilbert describe tres sistemas: amenaza, logro y calma/afiliación/compasión. Cuando activamos este último, la confianza crece y las ideas circulan.

La inclusión, en su nueva frontera, es emocional: mostrarnos distintos sin miedo, equivocarnos sin castigo y pedir ayuda sin vergüenza.

Se habla de volvernos “superhumanos”. Mejor, super humanizados: tecnología + innovación + humanidad. La IA puede acompañar, pero no tercerizar lo que nos define: conversaciones que dan sentido. Reconocimiento frecuente, escucha presente y claridad de propósito regulan cortisol, habilitan oxitocina y mejoran el desempeño.

<<<Bienestar y regulación emocional: empezar por mí, para cuidar de todos>>>

Microdiseños culturales para empezar hoy

  • Medí la confianza antes del feedback: si es 6 o menos, amplia el vínculo primero.
  • Nombra el impacto, no solo el qué: también el para qué y el cómo.
  • Rituales que importan: check-ins breves, pausas conscientes y permiso explícito para pedir ayuda.
  • Errores como aprendizaje: sin humillación revisión serena y acuerdos claros.

La arquitectura emocional se define en lo cotidiano. Cambiemos la métrica: además de KPIs, midamos la calidad de los vínculos.

Cerrá el día con un gesto simple: mirá a alguien de tu equipo y decile “Te veo”. Es el comienzo de una cultura que cuida de verdad.

AutorSilvina Guerra
09/10/2025 08:26:14